Te comparto 3 consejos llenos de cariño y dedicación para que tus joyas sigan brillando con ese toque especial que las hace únicas.
1. Limpieza
Yo suelo lavar mis joyas por lo menos una vez cada 3 meses. Para hacerlo, las coloco en un tazón con agua tibia y unas gotitas de jabón neutro. Las dejo reposar durante unos 3 minutos para que el agua y el jabón actúen suavemente sobre el recubrimiento del oro laminado, eliminando la suciedad sin dañarlas.
2. Secado
Después de la limpieza, me aseguro de secarlas bien. Uso un paño de microfibra suave para eliminar el exceso de agua y, luego, las dejo secar completamente encima de una toalla limpia. Este paso es esencial para evitar manchas o que la humedad pueda afectar el brillo del laminado.
3. Almacenamiento
Una vez que las joyas están completamente secas, organizo y guardo cada pieza en su propio espacio, ya sea en porta aretes o en joyeros especiales. Evito amontonarlas para que no se rayen o se enreden entre sí. Así, cada pieza tiene su lugar, lista para brillar cada vez que la luz le dé la bienvenida.
Con estos tres pasos —una limpieza delicada, un secado perfecto y un almacenamiento cuidadoso—, tus joyitas de oro laminado se mantendrán tan espectaculares como el primer día. ¡Cuídalas con el mismo cariño con el que las eliges y verás cómo siempre te acompañan con su brillo único!